VIAJE A EUROPA ( Semana Nº6)


Sexta semana (9  - 16  febrero)

La sexta semana, junto con Bekki, decidimos ir a Hamburgo;  una de las ciudades más antiguas de Alemania y que posee el principal puerto de este país.

Bekki se iría antes, ya que junto a su familia habían comprado hace meses atrás los tickets para ir a presenciar  el popular y prestigioso Musical del “Rey León”. De esta manera y,   por primera vez, se me daba la oportunidad de viajar solo en tren desde una ciudad a otra, dentro de Europa (hasta ese instante todos mis viajes entre ciudades alemanas habían  sido junto con Bekki).

Es así como,  el día viernes, temprano en la mañana, tomé mi mochila y me fui a la estación principal de Rostock para tomar el tren que me llevaría hasta Hamburgo. El hecho de estar solo, en bicicleta, en las calles de Alemania, a las 8:32AM, trasnochado y con un poco de caña, obviamente iba a traer sus consecuencias, no todo en la vida sale perfecto. Fue entonces cuando, yendo en bicicleta hasta la estación, un poste de fierro se apareció en mi camino. Se trataba de una señal ética de transito instalada justo en medio de la calle. En primera instancia, logré esquivarla con  la rueda delantera de mi bicicleta, sin embargo, mi rodilla y hombro no pudieron hacer lo mismo, recibiendo todo el impacto. Segundos después, ahí estaba yo, volando por los aires mientras la gente miraba atónita. Caí de espalda, a cinco metros del poste, sobre mi mochila,  ésta  amortiguó, en parte, la caída. La gente seguía mirando atónita. Mientras me retorcía de dolor en el piso, pensé en el tren hacia Hamburgo, que ya estaba por partir y tenía que alcanzarlo. Me levanté exigiendo al máximo mi cuerpo, sacudí mi ropa, levanté la bicicleta, recogí mi dignidad y pedalee con rumbo a la estación mientras la gente me miraba, ahora, con cierta ternura.

Poste que evidencia la magnitud del accidente

Al llegar a la estación, corrí a comprar el ticket que es vendido por medio de “Maquinas Sofisticadas Vendedoras de Tickets”. Me instalé frente a la maquina, todo sudoroso y comencé a seguir las instrucciones que me daba Bekki a través del celular. Todo se hizo confuso, no lograba comprar un ticket económico, ni siquiera lograba encontrar un ticket para Hamburgo. El golpe en la cabeza, recibido minutos atrás en el accidente con el poste, estaba haciendo efecto al parecer. No lograba nada al frente a la maquina. Miré hacia atrás para ver si alguien me podía ayudar, pero vi una fila de 7 personas impacientes por comprar su ticket. Me miraban con cierto odio. El tren estaba por partir. Opté por ceder el lugar al que venía detrás de mí para que comprara su ticket. Me quedé al lado de la fila mirando al vacio, cuando de repente, mágicamente, escuché la voz de una señora que decía: “Do you speak english?”. Miré, y efectivamente me hablaban a mí. Era una señora de pelo rojo, de unos 60 años que me miraba de forma maternal. Le respondí: “Yes, I do!”. De esta manera comenzó un dialogo en donde la señora me explicó que existe la posibilidad de comprar un “Ticket Grupal” y que, económicamente, es mucho más conveniente que si lo compras de forma individual. Al terminar su explicación me invitó a ser parte de su “grupo” para comprar el ticket hacia Hamburgo. Acepté dichoso y muy agradecido. Segundos después, me enteraría que el grupo lo componía la señora de pelo rojo y un peruano que estaba detrás de ella. Lo miré y  de inmediato comenzó una conversación amena, en español por supuesto. Compramos el “Ticket Grupal” que costó 30 euros, el que pagamos equitativamente - 10 euros cada uno - y nos fuimos al tren que estaba partiendo (solo tuve que pagar 10 euros, si hubiese comprado el “Ticket Individual” tendría que haber pagado 24 euros, eso es más que el doble).

Estación de Stuttgart

Sentados en el tren pude conocer un poco mejor a mis improvisados acompañantes de viaje. Se trataba del “Metalero” Wilber, un peruano que llevaba 7 años en Alemania y que estaba terminando sus estudios de Guitarra en la Universidad de Lübeck - ciudad ubicada al norte de éste país - . Mientras que la Señora de pelo rojo, era una jubilada profesora de alemán, ruso e inglés que alojaba a Wilber en su casa. Los dos muy buenas personas. Luego de ese primer encuentro, semanas después, los volvería a ver en Rostock,  en su casa – una muy linda casa-  ya que Wilber se ofreció gentilmente,  a dar una clase y consejos a Bekki para su examen de guitarra, todo esto de forma gratuita. Es reconfortante  ver que aún existen  personas como uno, quienes tienen como principio el lema de;  “No todo es plata. A veces… solo basta una Cerveza”.

Al llegar a Hamburgo, luego de dos horas de viaje, intercambié Facebook con Wilber y me fui a reunir con Bekki que me estaba esperando en la estación. Tomamos desayuno y conversamos sobre mi travesía. Luego hablamos sobre el Musical  “Rey León”. En realidad en ese instante yo me dediqué a comer mientras escuchaba a Bekki que realizaba, emocionada,  toda una verdadera exposición sobre aquel Musical y de lo maravilloso que había sido esa experiencia, respaldándose incluso con material audiovisual. Al parecer ese Musical es uno de los mejores que hay, además de ser muy conocido por el mundo entero, yo, primera vez que escuchaba de él. Bueno, luego de eso,  al salir de la estación, vimos un especie de “microbús turístico” de dos niveles que nos llamó la atención. Efectivamente era un micro turístico que realizaba un recorrido por toda la ciudad a un precio de 15 euros. Existían varios micros de la misma empresa turística,  que hacían su recorrido desfasándose 30 minutos unos de otros. Esto te daba la oportunidad de bajarte en algún lugar de interés, recorrerlo a píes o  tomar algunas fotografías hasta 30 minutos después, cuando   llegaba otro micro que podías tomar y de esta manera, proseguir tu recorrido por la ciudad.

Decidimos tomar el City Tour y estuvimos recorriendo la ciudad hasta las 5:34 PM aproximadamente.
Llegamos  nuevamente a la estación principal, lugar donde nos dejó finalmente el micro turístico. Bekki procedió a llamar a una de sus amigas, la cual   gestionaría  gentilmente  nuestra estadía en Hamburgo, en casa de sus tíos. Luego de terminar de hablar por celular, Bekki me explicó la misión; teníamos  que “hacer hora” hasta las 7 de la tarde ya que a esa hora, Candy, amiga de Bekki, se desocuparía y nos llevaría a la casa donde pasaríamos la noche.

Ayuntamiento de Hamburgo


Sin pensarlo más, fuimos dentro de la estación a comer algo y a comprar   cerveza al      supermercado – Si, dentro de la estación de tren hay un Supermercado –

Tomando chelas dentro de la Estación de Hamburgo

En la noche y luego de descansar un poco en la casa de los tíos de Candy, fuimos a carretear a la popular “Calle de las Putas” (en alemán: “Reeperbahn”). Es llamada así,  ya que esa calle es para Hamburgo lo que el “Barrio Rojo” es para Ámsterdam. En realidad es una gran avenida llena de pub´s, discos, Sex shop´s, Cine Porno y todo tipo de locales donde esté involucrado;  sexo, alcohol, diversión, música, karaoke, y más sexo. Por supuesto, también hay presencia de Prostitutas y – paradójicamente -  de la Policía, que está siempre atenta frente a cualquier tipo de posibles disturbios.

Hasta en el Mc Donald´s tu puedes solicitar los servicios de alguna Prostituta, esa onda...

Es raro ver como las Prostitutas – identificadas por su abundante maquillaje y por sus botas anchas para la nieve – realizan su trabajo a vista y paciencia de los Policías, quienes observan todo con asombrosa parsimonia. Conviven como una linda familia, sin embargo con sus actos ofenden a Jesús Cristos.

Estando allí,  presenciando todo este espectáculo dantesco y poco religioso, me pregunté: “¿Qué haría el Papa Juan Pablo II si estuviera en mi lugar?”, a los segundos después, milagrosamente en mi cabeza, tenía la respuesta – debió ser el espíritu santo que me iluminó, es un loquillo – Obviamente si estuviera Juan Pablo II acá, iría a preguntarles a las muchachas cuánto cobran por sus servicios, obvio!!!. Les comenté mi inquietud tanto a Bekki como a Candy, y ellas dijeron. “Anda, pregúntales!!!”. Así que me armé de valor y fui a preguntarle a una de ellas. La mujer elegida azarosamente, era una rubia platinada, su cara contenía gran cantidad de maquillaje  que trataba infructuosamente de ocultar las arrugas que reflejaban su verdadera edad – unos 40 años- , olía rico y su ojo izquierdo pestañaba más de la cuenta. Me paré al frente de ella, respiré profundo y algo distraído por sus pestañas pintadas de color rosa, procedí con la pregunta: “Señorita, ¿Cuánto cobra por sus servicios?”. Ella muy coqueta, respondió: “Depende del tiempo, guapo!”. Sorprendido con su respuesta y un poco intimidado por lo de “guapo”, procedí con la contra pregunta: “Digamos que está lloviendo y hace frio, ¿Cuánto cobraría Señorita?”. Su cabeza la empezó a  mover de forma negativa, al mismo tiempo que su boca  botaba aire de su interior bulliciosamente. Dio media vuelta y sin mediar palabra alguna, se fue a buscar a otro hombre. No le deben de gustar los latinos. Volví con la chiquillas y nos fuimos a un Pub- Karaoke, donde tomamos bailamos y cantamos hasta las 6 de la mañana. Realmente fue uno de los mejores carretes en Alemania y no fue tan  caro, por ejemplo; una cerveza costaba 3 euros y no había que pagar algún ticket de ingreso para entrar a algún local, la entrada era totalmente gratis.

En el Pub-Karaoke con Bekki y Candy

Después de aquel carrete, al día siguiente y  en la “mañana”, mientras desayunábamos a las 2 de la tarde, compartimos una grata conversación con los tíos de Candy. Realmente muy simpáticos ellos.-  Si alguien conoce algún alemán o alemana frio(a), por favor preséntenmelo porque hasta el momento no he conocido a uno de ellos.-

El terminar el “desayuno”, el “Tío” nos dejó en la estación de modo de proseguir nuestro viaje. La ciudad que visitaríamos en minutos era Schwerin!

Compramos el Ticket, el cual nos costó 13 euros a cada uno y tomamos el tren que puntualmente salió a las 2:42PM. Llegamos a eso de las 4 de la tarde a aquella ciudad la cual está ubicada entre el camino que une Hamburgo con Rostock, por lo que el ticket que habíamos comprado también servía para luego ir a Rostock. Me bolsillo sonreía.

Al llegar a Schwerin me sorprendí; realmente es una ciudad hermosa, donde cualquier persona le gustaría vivir. Sin duda era la ciudad más linda que había visitado hasta ese entonces. Y no lo digo solo por su tremendo Castillo – símbolo de la ciudad- también lo digo por sus lagos, la arquitectura de sus casas, las plazas y sus calles.

Castillo de Schwerin

Castillo y Jardines Reales

Luego de recorrer y de disfrutar esa ciudad cerca de 3 horas, decidimos regresar a Rostock, ya eran las 7 PM, empezaba a hacer un poco de frio y el hambre empezaba a acechar. 


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