VIAJE A EUROPA (Semana Nº2)

Fiesta de universitarios


Fue un día miércoles, ya era de noche. Yo vestía mis característicos  calzoncillos largos  (para el frio)    mi típico jeans  manchado con vino, una polera  blanca que me compré hace 5 años en la Ropa Americana, a la cual ya le había cortado el cuello (el cuello se había puesto un poco café con el pasar de los años), un abrigo, una bufanda y mi   gorro de  lana  regalón.   Junto a Bekki, llegamos  con  nuestras  bicicletas  a un  Pub - Discoteca  llamado “Studentenkeller”  (“Subterráneo de los Estudiantes”), el  cual albergaría  por unas horas  a toda  la  comunidad carretera   de  la Universidad  de  Rostock,  la que  se reuniría  en  el  marco  de  una   de  las  mejores  fiestas universitarias del periodo invernal.

Mi entrada costó 3 euros, y el local estaba (como dice el gran Peter Veneno) atiborrado de gente. Era un local el cual tenía dos niveles; el primer nivel y un subterráneo (de ahí su nombre). En el primer nivel tú podías conversar, fumar, tomar aire, comprar tragos y comida. Mientras que el subterráneo era una pista de baile que me llamó mucho la atención. Su construcción data del siglo 19, y está construido con ladrillos que forman arcos en las uniones de cada panel que soporta el piso superior. Un lugar con escasa ventilación, muy pequeño para la gran cantidad de gente que estaba presente. Sin embargo la juventud alemana con tal de “bailar” al “ritmo” de la “música” electrónica es capaz de hacerlo dentro de 30 cm cuadrados.

Fue así como en un instante me vi bailando dentro de un grupo de personas, el cual lo componía  la Bekki, Tobi, un par de amigos de Tobi, y dos niñas más. Todo esto en aproximadamente un metro cuadrado. La música  sonada con su característico “punchi punchi”, era un ambiente de fiesta. Alrededor podías ver a hombres bailando con hombres (como ya dije, es algo natural acá), y grupos mixtos de baile, como el mío. Ese aroma de axila sudorosa juvenil y sin desodorante que circulaba por el aire, me hizo recordar mis años de la enseñanza básica. –Estaba en plena pubertad, específicamente cuando  iba en 7mo básico, y  empezaba a descubrir que mi cuerpo era capaz de emitir olores desde mi axila. Como era un poco vergonzoso, no comenté esto con nadie y por mucho tiempo logré mitigar ese olor aplicándome limón (había visto a mi tía del sur aplicarse limón en sus manos luego de cortar cebollas), pero luego al ver que mis axilas quedaban algo pegajosas y con pepas, opté por aplicarme talco para pies. Realizaba este tratamiento sagradamente cada mañana, hasta que descubrí un par de años después, algo mucho más práctico llamado desodorante.-

Volviendo a la fiesta; bailamos hasta que nos dio sed y fuimos a beber alcohol (vaso de cerveza: 2 euros c/u, vaso de habana cola: 3 euros c/u). Subimos al primer piso a tomar, fumar y conversar un poco. Aproveché en ese momento de practicar  mi inglés que pensaba se había extinguido del todo. Obviamente en algunos instantes tuve que recurrir al lenguaje no verbal para explicar algo (movimiento de  las manos, gesticulaciones de mi cara, espasmos, etc) y cuando no entendía alguna pregunta - y para no quedar como un idiota - recurría a una de mis frases favoritas; “ahh, yeah , ok…PROST!!!“ A decir verdad con esta frase igual quedaba como un idiota, pero un idiota buena onda. Y bueno,  en el último caso recurría a Bekki, la traductora oficial.

La fiesta terminó a eso de las 5am. Muy buen ambiente, muy entretenida y la gente que conocí, todos muy agradables.

*Prost!!! = Salud!!!

Junto con Bekki y amigos en Carrete de Universitarios de Rostock


Concierto de Guitarra


Debido a que Bekki está tomando clases de guitarra clásica personalizada. Me invitó a un concierto que daría su profesor el día jueves en la noche. Acepté la invitación más que todo por curiosidad. Nunca en mi vida había ido a un concierto de guitarra clásica, lo más cercano a eso, fue cuando fui a ver al humorista chileno Felo en la ex aduana (Arica), pero yo estaba un poco ebrio en ese momento, por lo que no recuerdo mucho del show.

Llegamos a la plaza principal de Rostock en nuestras bicicletas, y empezamos a buscar el local donde se desarrollaría aquel evento. Supuestamente era un local que quedaba a un costado de la Municipalidad de Rostock, sin embargo lo único que veíamos alrededor de la Municipalidad eran restaurantes finos y hoteles. La hora del concierto  era a las 10:00pm, y ya eran las 9:55pm por lo que nos teníamos que apurar. Luego de buscar corriendo por toda la plaza el local, nos dimos por vencidos, así que  Bekki mandó un mensaje a su profesor y él gentilmente  nos salió a buscar. El lugar era una especie de lujoso sótano, muy pequeño, adornado con cuadros de paisajes coloniales y que tenía un bar muy fino. Para llegar a este lugar y guiados por el profesor,  tuvimos que  entrar a un  hotel (que  quedaba justo al lado de la municipalidad y por el cual habíamos pasamos 5 veces por afuera!!!), caminar por unos pasillos oscuros y abrir un par de puertas.

La sala estaba llena con aproximadamente 40 persona, en su mayoría adultos y adultos mayores (90%), sin embargo logramos conseguir asiento en un extremo del bar. Se veía que era un espectáculo de buena calidad y muy íntimo. Pedimos una cerveza (3 euros), y esperamos que entraran los músicos al pequeño e improvisado escenario. Después de 5 minutos entró la pareja de guitarristas, dos hombres (uno de ellos el profesor de Bekki) que comenzaron a tocar de inmediato con una técnica  envidiable.

Temas como “La catedral”, “El silencio de la noche” y “La tranquilidad de la brisa” entre otros,  me ayudaron a reflexionar  y también a dormir un poco. En ese momento me acordé el porqué no me gusta mucho ese tipo de música. Y mientras  tomaba mi cerveza (cada vez que despertaba), anhelaba que apareciera el humorista  Felo, y nos regalara su humor diferente.

Después de  90 minutos desperté definitivamente, y el concierto ya estaba por terminar. Cancelé mi entrada de 10 euros. Y nos fuimos al departamento para seguir tomando.
Felo nunca apareció…

Municipalidad de Rostock

Neustrelitz – Carrete con las amigas de Bekki


Al finalizar la segunda semana, fuimos a la ciudad natal de Bekki; Neustrelitz, que es una ciudad realmente hermosa y en la cual se llevaría a cabo “La fiesta del año nuevo”. Generalmente las fiestas que llevan este nombre o uno similar se realizan en los últimos días del mes de Diciembre o en los primeros días de Enero, en esta ciudad no, esta fiesta  se realiza tradicionalmente la segunda semana del primer mes del año.
Bekki improvisadamente organizó una previa en su casa, donde llegarían algunas de sus amigas para posteriormente ir a la gran fiesta.

La primera en llegar fue Liv, a la cual saludé en español y al estilo chileno (con un beso en la mejilla) ya que supuestamente ella hablaba algo de español, sin embargo se mostró algo tímida y con un poco de miedo al principio, lo más probable es que haya pensado que yo  la iba morder. Pero al pasar unos minutos, y al verme que solo comía maní y no era agresivo, se tranquilizó. Después de conversar un poco entró en confianza.
La segunda fue la Anika, una niña que media cerca de dos metros, y con la cual pude conversar muy bien ya que ella hablaba italiano (aparte del alemán) y le podía entender.
La tercera y última fue Laura, una niña muy sencilla y buena onda, aunque en realidad todas fueron muy buena onda.

Luego de  tomar unos tragos y de compartir con el Papá de Bekki, fuimos  al carrete, obviamente en bicicleta.- Ir a carretear en bicicletas es algo que nunca imaginé hacer. En Arica nunca lo hice, pero acá en Alemania es algo normal. Es todo un desafío manejar borracho sin caerse. Lo bueno es que  las calles están diseñadas para las bicicletas. Muchas ciclovías ayudan a que esta actividad sea relativamente segura. Los automovilistas respetan a los ciclistas. Incluso en los semáforos, aparece la figura de un hombre andando en bicicleta cuando la luz está en verde.  A propósito, los semáforos, acá en Alemania,  solo funcionan hasta cierta hora de la noche. Al preguntar el por qué de esto, me respondieron simplemente: “Para qué tenerlos encendido toda la noche con muy pocos autos andando por  las calles, hay que ahorrar energía”.-

Llegamos a la fiesta que quedaba al lado del cine de la ciudad. El lugar era una disco, con mucha gente joven, muy joven en realidad. Sonaba un poco de electrónica y algo de música gringa (Beyonce, Rhiana, etc), nada de música latina.

Las niñas se fueron a bailar, y yo bailé con ellas un instante, hasta que fui al baño. Los baños, tanto de mujer como de hombre quedaban muy juntos. Y algo que me llamó la atención es que en los lavamanos habían desodorantes spray, para que el personaje que tuviera problemas de olores, los pudiera resolver. Así que  de repente, mientras yo me lavaba mis manos, ordenaba mi pelo y pensaba si sería posible tomar “prestado” para siempre uno de  esos desodorantes, vi por el espejo , que una niña en la puerta del baño (que quedaba detrás de mi) me miraba sin disimularlo. Yo me di vuelta para decirle que dejara de ver mi trasero. Cuando entonces pronunció mi nombre. Fue entonces cuando su cara se me hizo conocida. Era Katja, una amiga rusa de Bekki, y curiosamente solo nos conocíamos por fotos, ya que Bekki le había mostrado fotos de mí, y yo la había visto en fotos junto con Bekki. Así que intercambiamos palabras y señales con las manos, fuimos a buscar a Bekki y la fiesta continuó.

Hubo muchas risas, mucho baile, mucho Habana Cola, hasta que vimos el reloj y nos dimos cuenta que era hora de volver a casa.

No tomé el  desodorante prestado, mi conciencia no me lo permitió, a parte ya estaban todos vacíos…

Previa con Amigas de Bekki



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